Tras notar que la conducta de su hijo de 12 años estaba cambiando a raíz del confinamiento y la cancelación de reuniones masivas en templos y centros educativos, Gladys Morga se aferró a las promesas de Dios en la Biblia para librarlo de la profunda tristeza que empezaba a opacar la alegría del pequeño.
“Como cristianos experimentamos batallas y luchas, a veces decaemos y tambaleamos en nuestra fe” mencionó Gladys, miembro de la iglesia Apodaca, en la Misión Regiomontana.
Gladys conoció a la Iglesia Adventista del Séptimo Día por Natanael, su esposo, que en ese entonces él se encontraba fuera de la iglesia, durante los primeros años de matrimonio el proceso fue complicado pues ella asistía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día con Erick, su hijo mayor, estando aún en brazos, pero Natanael no asistía con ellos.
Al pasar de los años la situación mejoró y la familia completa empezó a asistir a la iglesia. Pero fue en el verano del 2020 cuando llegó una de las mayores pruebas que como familia han enfrentado, la salud emocional de su hijo menor empezaba a desmoronarse. Dysael disfrutaba las actividades de la escuela e iglesia, siendo un adolescente activo las normas de aislamiento llegaron a él como la embestida de un tren en movimiento.
A la mitad del 2020, síntomas depresivos empezaron a menguar el ánimo y buena actitud de Dysael, al ver el repentino aumento de casos de COVID y nulos pronósticos de una mejora en la situación hicieron que al pasar los meses presentara insomnio y otros signos alarmantes para sus familiares.
La única esperanza que tenían era pedir ayuda a Dios, sabían que en él les diría qué hacer con el niño. Fueron noches sin dormir y muchas lágrimas derramadas por Gladys, quien deseaba la sanidad emocional de su pequeño hijo.
“A veces tenemos que esperar a que sucedan cosas en nuestra vida para buscar más la manera de alimentar nuestra vida espiritual” hizo hincapié Gladys.
Pidiendo ayuda de Dios para fortalecer su fe, “quería ser fuerte y firme y no decaer aún en la situación de mi hijo” continuó Gladys, quien entendió que como humanos se nos cierran las puertas a pesar de buscar las maneras, pero para Dios no hay nada imposible. En el momento más caótico escuchó la voz del Espíritu Santo diciendo “haz esto”. Cuando su familia salió de casa y se quedó ella sola empezó a buscar versículos, tomó hojas y marcadores y empezó a escribir.
Gladys quería que al llegar a casa, su familia encontrara promesas que fortaleciera sus corazones, “que confiaran que Dios los levanta aún en la tristeza y el dolor” recalcó.
La familia originaria de Chiapas migró a Nuevo León hace 20 años, buscando mejores oportunidades. Ahora con dos hijos de 12 y 21 años, Natanael y Gladys han inquirido herramientas para fortalecer el vínculo familiar y mantener la fe en el corazón de ellos.
El caso de la familia Vázquez Morga fue conocido en el marco de la Santa Convocatoria, realizada en la Asociación del Noreste (AN) y la Misión Regiomontana (MR), pero apoyada por las cuatro uniones de México y demás asociaciones de la UMN, con predicadores y personas dispuestas para visitar a los miembros de la AN y MR.
Los Vázquez Morga fue una de las 422 familias visitadas en la Misión Regiomontana, en el distrito de Apodaca las iglesias se organizaron para realizar sus reuniones a través de Zoom y se llevaron a cabo visitas presenciales y semipresenciales, las primeras con la compañía del pastor del distrito Armando García y el doctor Roel Cea, y las segundas solamente con el pastor y el doctor acompañándolos por video llamada.
Entre la Asociación del Noreste y la Misión Regiomontana estuvieron presentes 75 predicadores repartidos en 128 congregaciones y se realizaron más de 2, 000 visitas a miembros.
